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Toñito Saavedra Ibarra: Un Lindo Milagro

Foto de Toñito y su madre

Patricia Ibarra tenía 40 años, estaba casada y tenía una hija de 16 años cuando supo que estaba embarazada nuevamente. Todo era alegría para Patricia, hasta que comenzó a sangrar fuertemente y debió ser internada de urgencia en el Hospital Dr. Sótero del Río. Tan sólo tenía 3 meses de embarazo.

El diagnóstico fue claro: placenta previa y rotura prematura de membranas. Las posibilidades de que su embarazo llegara a término eran prácticamente nulas y los médicos prepararon a Patricia ante la inminente pérdida de su guagüita. Mientras, Patricia sentía desde un principio que este niño iba a nacer.

Patricia guardó un estricto reposo en el Hospital por los próximos 3 meses. Le practicaron ecografías y trataron de tomar muestras de líquido amniótico, sin obtener una sola gota. “Me decían que no había feto, no sentían latir su corazón”. Y así pasaron las semanas de absoluta incertidumbre.

A los 5 meses de embarazo, Patricia sintió que una cosita se le movía en el vientre. Era Toñito, que de alguna forma se las ingenió para demostrar que él sí estaba ahí. “En ese momento le di las gracias a Dios porque era un milagro, un lindo milagro que me estaba dando.

Toñito nació contra todo pronóstico el 15 de marzo de 2003, con 28 semanas de gestación y pesando tan sólo 700 gr. El parto fue por cesárea y ese mismo día, le contaron que su hijo estaba en incubadora y conectado al respirador ya que sus pulmones no maduraron. Presentaba Displasia Pulmonar, pasando los próximos dos meses en incubadora.

A la fecha, Toñito tiene 2 años y 8 meses y ha pasado toda su vida en el Hospital. Aún tiene sus pulmones bastante dañados por lo que debe estar conectado al oxígeno a permanencia. A la medida que vaya creciendo y subiendo de peso, sus pulmones irán mejorando y madurando. Su pronóstico, según sus médicos tratantes, es que en unos 7 a 9 años, él debiera alcanzar un nivel de maduración que le permita desarrollar una vida relativamente normal, sin grandes complicaciones.

Hace tres meses le dieron el alta y Patricia reconoce que no ha sido fácil. Que desde que nació su hijo, le cambió la vida. Han pasado por apuros económicos – ella tuvo que renunciar a su trabajo para dedicarse exclusivamente al cuidado del niño – y a veces lo ve todo negro. Reconoce que a veces le da pena porque su hijo aún no puede comer por vía oral – tiene una sonda en su estómago – y Patricia debió aprender todos los cuidados necesarios para atender bien al niño, incluso ha debido realizarle aspiración de secreciones a través de la traqueotomía.

Pero Toñito ya está diciendo sus primeras palabras y es tan alegre y cariñoso, que los problemas se olvidan rápidamente. Ahora está en tratamiento para aprender a caminar, será un poco más lento que los demás niños, pero Patricia tiene fe en que pronto lo verá dar sus primeros pasos. Y últimamente le están reduciendo la cantidad de oxígeno, igual que las dosis de los remedios, lo que es una felicidad.

Las preocupaciones ahora son acudir a los controles semanales con la especialista broncopulmonar, controlarle la hipertensión y diabetes; y conseguir el dinero para costear leche, pañales y útiles para asearlo. De todas formas no considera que el tratamiento le salga muy caro, ya que el Hospital le suministra el oxígeno, que es lo primordial.

“A las mamás que están viviendo con un niño enfermo les diría que tengan fe en Dios. Que no se echen a morir porque se puede salir adelante. Porque Toñito me demostró que se puede”, dice Patricia, emocionada.